sábado, 5 de abril de 2008

la 11

1) Montenegro dice que debería aplicarse acá en Colombia unos experimentos que se implementaron en Chile y U.S.A (New York). Hay unas tres enseñanzas para tenerse en cuenta: La primera:los padres deberían ser informados periódicamente sobre la calidad de la educación que reciben sus hijos (la calificación de la escuela, los resultados comparativos de los distintos exámenes) y sobre los planes de mejoramiento. Los rectores deberían discutir los puntajes de las pruebas con los padres de familia, compararlos con los anteriores y con los de las escuelas de referencia (esto debería ser obligatorio, incluso, para los colegios privados). Segunda: los puntajes de los alumnos deberían introducirse en forma explícita en la evaluación del desempeño de rectores y maestros. Los altos rendimientos deberían dar lugar a estímulos y reconocimientos a los responsables. Y, asimismo, los bajos puntajes deberían desencadenar llamados de atención, amonestaciones e incluso sanciones (el proceso educativo no puede ser la única actividad humana en la cual los operadores no rindan cuentas de lo que hacen). Tercera, los colegios cuyos alumnos presenten sistemáticamente pobres resultados, deberían ser sujetos de planes de reestructuración, diseñados y monitoreados por entidades especializadas (no pueden estar a cargo de entes políticos como las secretarías de educación). Para el diseño de dichos planes se deberían identificar y corregir algunos factores que inciden en los malos resultados académicos: la desnutrición de los alumnos, los defectos de la infraestructura, entre otros. Pero si los bajos puntajes persisten, aun después de corregir los factores externos, las escuelas defectuosas deberían someterse a reformas drásticas, como el cambio del personal, su entrega en concesión o la tutoría de una entidad especializada. (TOMADO DEL ARTICULO DE ARMANDO MONTENEGRO EN EL ESPECTADOR, http://www.elespectador.com/opinion/columnistasdelimpreso/armando-montenegro/columna-mala-educacion).

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